Por Héctor Cantú
El arquero perdió los papeles en el momento más inoportuno
Estancado. Así quedó el sueño de Tigres de poder convertirse en el nuevo bicampeón del futbol mexicano y desplazar, así, al Atlas, club que aún ostenta esa etiqueta.
Los felinos hicieron un partido de altura durante los 90 minutos de tiempo corrido. Pusieron en peligro el arco de Luis Malagón y por momentos pareció tener los argumentos futbolísticos para levantar el título.
Entonces llegó la expulsión de Raymundo Fulgencio, quien recientemente había entrado al terreno de juego para darle una dinámica diferente a Tigres. Un manotazo en el rostro de Julián Quiñones, terminó por enviarlo a los vestidores, dejando en inferioridad numérica al cuadro neoleonés.
Y aunque esa jugada puntual cambió el rumbo del partido y condenó el destino de Tigres, hubo otros dos futbolistas que estuvieron lejos de lo que se esperaba de ellos en la cancha.
Nahuel Guzmán y su show en la final contra el América
Luis Quiñones, que parecía ser el as bajo la manga de Robert Dante Siboldi, terminó siendo una sombra de aquel jugador desequilibrante y efectivo de otros días. Solo completó 9 pases de forma correcta y se marchó del partido sin poder hacer un solo disparo al arco rival.
El tercer reprobado de Tigres fue el arquero Nahuel Guzmán. Cuando los felinos aún tenían algo de vida sobre el césped del Azteca, a pesar de ir abajo en el marcador por 1-0, vino la jugada que significó su doble amonestación y por consecuencia la expulsión.
Con 9 futbolistas sobre el campo era imposible que Tigres lograra remontar al América. La entrada obligada de Carlos Rodríguez dejó más dudas que certezas y los dos goles que recibió el arquero suplente, son muestra de ello.
Rodríguez no pudo hacer una sola salvada en el tiempo que estuvo en la cancha. Tampoco pudo despejar un balón, es decir, que los dos disparos que recibió su arco, terminaron dentro de las redes.
Finalmente, hay responsabilidad directa en Robert Dante Siboldi, quien falló a la hora de conformar el equipo titular y sobre todo a la hora de ajustar su equipo para evitar la hecatombe. Ninguna de las incursiones de sus futbolistas logró revertir la situación. Los suplentes tuvieron un aporte nulo para su equipo, escribiendo otra intrahistoria desastrosa en la final.