Por Héctor Cantú
El ídolo cuenta la historia de por qué jugó con La Máquina
Álex Aguinaga es el ícono más grande en la historia del club Necaxa. Una vida que estuvo a punto de no escribirse y que terminó por ser una de las versiones de amor futbolístico más puro de la década de los noventa del futbol mexicano.
Después de 14 años de auténtico idilio, El Maestro recaló en Cruz Azul, que en aquellos años era dirigido por Enrique Meza. Una anécdota que tiene tintes de dolor por la forma en la que se fue de los Rayos y de felicidad por cómo se abrió paso para jugar vestido de celeste.
“Salgo de Necaxa de una manera muy triste para mí y fui a hablar con el profesor (Enrique) Meza, con el ‘Ojitos’ y le pedí hacer la pretemporada con el equipo. No era mi objetivo quedarme con Cruz Azul, pero cuando termina la pretemporada, el propio Enrique me pregunta si me gustaría ser el quinto extranjero. Me quedé y firmé por seis meses, porque yo tenía un acuerdo de palabra con La Liga de Quito”, detalló en entrevista para Fox Deportes.
Así fue como Álex llegó a convertirse en cementero, un periplo en el que solo jugó 14 partidos como cruzazulino.
Al terminar la temporada, el propio Billy Álvarez, habló con Aguinaga para contarle, que las necesidades de Cruz Azul de contratar un delantero centro goleador argentino, le obligaban a usar la plaza de extranjero que hasta entonces había ocupado el ecuatoriano.
A más de 15 años de aquella etapa en la carrera de Aguinaga, Álex aún recuerda con agrado su paso por una de las instituciones más grandes del futbol mexicano.