Por Héctor Cantú
El proyecto del neerlandés perdió cuerpo, forma y sustento
Inadmisible. La derrota del Barcelona ante el Celta de Vigo ha colmado la paciencia del barcelonismo ante el proyecto de Ronald Koeman que, a pesar de dejar un trofeo en las vitrinas del club, dejó malas sensaciones en los partidos finales.
Si el Barcelona quedó sin aspiraciones de poder ser campeón de Liga, fue en gran medida porque dejaron puntos en el camino que no estaban dentro del presupuesto. Peor, los resultados en los últimos partidos reflejan un rompimiento total entre el técnico y la plantilla justo cuando la unidad y el comrpomiso hacia una idea de juego eran obligadas.
Hoy, Ronald Koeman, quien se sentó días atrás con el presidente del club para hablar sobre el cierre parece tener las horas contadas. La derrota por 2-1 en la penúltima jornada cuando Real Madrid y Atlético peleaban palmo a palmo el título hizo estallar de rabia a la cúpula de dirigentes blaugranas, que después encontraron el bálsamo para sanar las heridas con el título conseguido por las mujeres en la UEFA Champions League femenina.
El Barcelona se cayó. Aparecieron los errores de siempre en la defensiva. Adelante, la opacidad volvió a cobijar a Griezmann, Dembelé y un Braithwaite que durante el tiempo que defendió los colores del equipo de la Ciudad Condal nunca justificó los 20 millones de euros que se pagaron por él. Mientras, en el Atlético de Madrid, Luis Suárez, el otrora socio de Messi, marcaba el gol que regresaba al cuadro colchonero el liderato de la competición.
El desastre reflejado en la cara de Messi
Koeman se niega a hablar de su futuro. Sabe que aún queda una jornada por disputarse, y que después, será la directiva la que decida qué sucederá con él.
Pero el Barcelonismo, al voltear la cara y ver que el equipo se ha dejado 10 puntos en los últimos cinco cotejos, no encuentra otra solución más que buscarle sustituto al neerlandés. El tiempo de Koeman se ha terminado.