Por Héctor Cantú
La historia augura un tropiezo histórico para el equipo de Xavi Hernández
El FC Barcelona llegar a la última jornada de la fase de grupos de la UEFA Champions League con el peor escenario sobre sus espaldas: obligado a sumar puntos en patio ajeno.
La suerte decidió que el Bayern Munich fuera de su primer y último sinodal en la primera fase, dejando abierta la posibilidad de que los bávaros sentenciaran, una vez más, la suerte del equipo de la Ciudad Condal y pusieran el punto final a uno de los capítulos más dolorosos en la era reciente del club.
El Barcelona, que hoy apela a sus valores deportivos y a un envión emocional proveniente del vestidor que les permita competir en Munich, no se había quedado sin superar la ronda de la fase de grupos desde la temporada 2000-2001.
En aquella ocasión, con una plantilla donde figuraban jugadores de la talla de Saviola, Puyol, Frank de Boer, Luis Enrique y Rivaldo, el club catalán se tuvo que conformar con la tercera plaza, mismo sitio que podría ocupar si no suma unidades en territorio alemán.
La misión se torna imposible para un Xavi que ha venido a fungir como el ‘bombero’ del equipo, pues Munich se ha convertido en una plaza inconquistable para los culés. Nunca han obtenido una victoria en territorio bávaro, sellando así su mejor conquista en 2009, en la fase de cuartos de final, donde un empate les permitió avanzar a las semifinales luego de haber superado el primer escollo en el Camp Nou.
En total han sido cuatro derrotas en cinco partidos las que han hundido al equipo culé en casa del Bayern. No obstante, la peor de las sensaciones llega cuando los números revelan la imposibilidad de marcar gol en la puerta contraria en dos de esos cotejos.
El Barcelona se encuentra contra la pared a pesar de estar en la segunda posición del grupo. Para no tener que dar paso a las matemáticas, está obligado a ganar en Munich o bien que el Benfica no gane en casa ante el Dinamo Kiev.
Un empate para los de Xavi Hernández obligaría a esperar el resultado del otro partido para conocer si la diferencia de goles le sonríe o le aniquila.